miércoles, 17 de junio de 2009

Inmenso agradecimiento.

En qué situación tan complicada me encuentro y, de verdad, qué poco capacitado me veo para expresarla.


No me refiero a cuestiones sanitarias que, espero no equivocarme, me da la impresión de haberlas ya asumido y de que, dentro de lo que cabe, he aceptado como algo natural en mi vida. Como podéis ver, sólo dispongo de la respuesta típica de cualquier biólogo, capaz de comprender la necesaria proximidad de la vida y la muerte.


Tampoco me dirijo a cuestiones familiares de las que todos deseamos que sean felices, pero de las que, lamentablemente, no siempre se logra evitar que en ocasiones resulten tristísimas, deprimentes y carentes de solución.


No, sólo trato de referirme a cuestiones sentimentales a las que de verdad, lo siento, uno no les concede habitualmente la enorme importancia que tienen. Me dirijo a las relaciones de amistad, cariño, aprecio y compañerismo a las que años de convivencia profesional me han conducido.


Me encuentro en una situación de tanto, tantísimo agradecimiento hacia las compañeras y compañeros, que me siento incapaz de manifestarlo como me hubiese gustado.


Perdonad, sólo se me ocurre desearos lo siguiente: quiero, de corazón, que jamás os veáis sometidos, como yo, a una especie de resurrección sanitaria para que os haga sentir, como me ocurre a mí últimamente, especialmente feliz ante cualquier cosilla agradable.


Os deseo que, ya sea trabajando o jubilados, disfrutéis continuamente de la vida. De verdad, creo que tirando hacia adelante y con auténticas ganas, la felicidad se alcanza.


Afortunadamente, eso creo, nuestro mundo con todos sus problemas puede resultarnos mucho más agradable si, en tratar de conseguirlo, nos empeñamos. ¡A por ello!