miércoles, 23 de septiembre de 2009

Paternidad

Hablando del comportamiento de los padres en relación con lo ocurrido en Pozuelo, observo que eso me trae recuerdos, reducidos naturalmente por cuestiones glioblastómicas, en relación a la actuación paterna, que es a menudo lamentable.
Unos padres conscientes, ¿consideran normal que un jovencísimo hijo de 16 años participe en manifestaciones, habitualmente violentas, para defender una ideología pseudoizquierdista o de extrema derecha? ¿Es normal la ideología política infantil y juvenil derivada de la baja formación?
Recuerdo un grupo de alumnas en el que, hace unos 28 años, se hallaba Elia, Dra. a la que debo el haber consiguió mi rápida primera operación. Estaban con ella magníficas compañeras, como Susana que sufre una incapacidad lamentable pero, eso espero, más llevadera que la mía. También se encontraban Isa y Marta que trabajan en Madrid, muy bien situadas. Con todas he tenido, tras la primera operación, al menos una cena y recordado cosas muy curiosas.
En el grupo de estas magníficas alumnas había dos chicas dignas de estudio. Una estaba loca, absolutamente chalada, y en una ocasión amenazo con suicidarse lanzándose por una ventana del aula. Afortunadamente, poco después de comenzado el curso la trasladaron a un centro tratante de problemas mentales.
La otra alumna constituía un caso digno de estudio, con el que yo no supe comportarme. Era una chica con una inteligencia extraordinaria, pero con un comportamiento inexplicable. Faltaba a clase de vez en cuando pero, curiosamente, cuando asistía el comportamiento personal y de todas las alumnas era modélico.
Procedía de una pueblo de Lugo y, hace unos 28 años, al cumplir los 14 llevaba los "adornos" corporales más increíbles entonces, e incluso hoy, y detalles, como 14 quemaduras manuales provocadas por cigarrillos el día de su cumpleaños, que desconcertaban a cualquier tipo normal.
Una tarde/noche, dando clases en el Nocturno, una portera con cara asustada se me acercó diciéndome que una alumna diurna quería hablar conmigo.
Estaba algo trompa y dijo tantas salvajadas que, de algún modo, si estuviese preparado hubiera deducido que estaba solicitando ayuda, pidiendo el trato adecuado para abandonar la terrible situación en la que se hallaba. Entre otras cosas, me comentó que iba a sacar dinero ejerciendo tareas sexuales.
Llamé a los padres y la trasladé al Hospital donde, para mi sorpresa, ya era conocida por haber sido tratada en dos ocasiones anteriores, entre los 13 y 14 años.
Lo peor de todo fue, unas horas después, ver aparecer a los padres y hablar con ellos. Repentinamente entiendes una situación incomprensible y lamentas haberlos llamado.
Una pregunta, sin respuesta clara, me ha quedado para siempre. ¿He actuado correctamente o me he comportado como un imbécil?
Si yo hubiese actuado bien, ¿podría haber contribuido a su cambio de vida y a incrementar su afición a la investigación científica? Capacidad le sobraba.
Lamentablemente, terminó trabajando en el taller de coches paterno, adonde pasó dejando los estudios.