miércoles, 22 de octubre de 2008

I+D+i

Son bastantes las razones por las que se puede decir que el trato que recibe la energía eléctrica en España es tan inadecuado como inexplicable. Quizá la principal sea que la electricidad española la estamos pagando, a pesar de las últimas alzas, a precios inferiores a los de su coste y que a día de hoy tendría que cobrarse cerca de un 30% más cara a los usuarios de consumo moderado.

El origen y desarrollo del actual desastre energético español, que tiene una dependencia exterior del 81%, debería constituir una magnífica lección que conviene recordar para evitar seguir actitudes similares.

En el año 84, Felipe González, acobardado o ecologistado por los atentados de ETA relacionados con la futura nuclear de Lemóniz, suspendió la construcción de varias centrales previstas en esos momentos. A día de hoy, por sus declaraciones, parece que se arrepiente de su decisión, pero a las empresas perjudicadas entonces, todavía se les están pagando deudas. A partir del año 96, Aznar decidió optar por un sostenimiento artificial, reduciendo aún más las tarifas y aumentando las subvenciones. Inestimable contribución, eso sí, a la decoración de innumerables fachadas con aparatitos acondicionadores. Y como no hay dos sin tres, Zapatero encuentra adecuado mantener la misma política tarifaria, cambiar la construcción de trasvases prevista en el PHN por desaladoras que son descomunales consumidoras de energía y crear kilómetros de AVE como si la electricidad estuviera regalada.


No es fácil de explicar cómo siendo una nación de la UE que en competitividad sólo supera a Portugal, estemos camino de ser el país con más kilómetros de líneas de alta velocidad. Si se ajustaran las tarifas del AVE a los reales costes de la electricidad en España, éste no podría competir igual que hoy con el transporte aéreo, ya que el queroseno carece de subvenciones.

El problema se le plantea ahora a empresas como Alcoa, de San Cibrao, que tienen enormes consumos de electricidad, y que sufrirán cambios que elevarán aún más las tarifas a partir del próximo mes de enero. Éstas empiezan a considerar que el encarecimiento previsto las convierte en incompetentes y que precisarán trasladar su producción a otros países en los que el coste de la energía eléctrica sea menor. Supongo que es demasiado, para estos días, pensar en el futuro económico de sus trabajadores y de las empresas ligadas a la actividad de éstas.


Gracias al inadecuado comportamiento del principal partido de la oposición, los dos votos de los diputados del BNG supondrán para Galicia unos ingresos inesperados de 125 millones de euros. Disponiendo de un Conselleiro de Industria lucense, conocedor de San Cibrao y, supuestamente, de los peligros que se ciernen sobre las industrias de la zona, debería esperarse de él la inversión de esos millones en algo sumamente urgente: I+D+i.



El fitoplancton, conocido muy bien por biólogos marinos procedentes del Oceanográfico o del Plan Marisquero, parece el único recurso energético que tiene un futuro ilusionante. Es urgente asociar el trabajo de estos científicos y los conocimientos de ingenieros para avanzar en la investigación, el desarrollo y la innovación que permitan al fitoplancton constituirse en la principal fuente de energía.

Noticia de la Voz de Galicia

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