viernes, 31 de octubre de 2008

La mielina

Qué cosas más curiosas, en ocasiones penosas, ocurren de vez en cuando.

Recuerdo, a pesar de los años que no trato estos temas, lo mucho que me gustaba representar la formación de las discontinuas vainas de mielina que, envolviendo los axones de las neuronas, permitían alcanzar enormes velocidades a los impulsos nerviosos transmitidos a lo largo de ellos de forma saltatoria.
Fijaos en cómo, o algo así decía yo, envolviendo en espiral con la membrana plasmática formando capas, las sucesivas células de Schwann, o los oligodendrocitos, forman la vaina. Relacionad la importante longitud de un axón con el tamaño de una célula formadora de vaina e, inmediatamente entenderéis que son necesarias muchas de estas células para formar la vaina y que cada ausencia de envoltura, existente entre las sucesivas células que rodean, es esencial para la transmisión saltatoria y rápida del impulso. Esas ausencias reciben un nombre que recuerda a su descubridor: nódulos o nodos de Ranvier.
No olvidéis lo importante que es el buen funcionamiento de las bombas de Na+/K+ para mantener la diferencia de potencial existente entre los medios acuosos intra y extraneuronales, separados por la membrana: es del orden de - 70 milivoltios. Lo del signo negativo, recordadlo, sólo tiene por objeto indicar que en el interior, en el hialoplasma, predominan los iones con carga negativa, los aniones, mientras que en el exterior lo hacen los cationes.
Observad ahora como, de modo saltatorio, viaja el impulso nervioso en forma de inversiones locales de carga, que apenas duran. Cuando los impulsos nerviosos alcanzan los botones sinápticos o extremos de los axones provocan, en las transmisiones más comunes, que se produzca la secreción de mediadores sinápticos que afectarán a la neurona postsináptica de diversas formas, en general provocando que el impulso nervioso pase de la primera a la segunda. Recordad que entre las dos neuronas existe un espacio que fue descubierto por Ramón y Cajal, uno de nuestros pocos Nobel.


De situaciones curiosas, en ocasiones penosas, os hablaba al comienzo de este rollete neuronal y en una posición así, más o menos, me encuentro yo. Resulta que creías saber algo del tema neuronal y del importante papel de las diversas células de la glía, como los astrocitos, las células de Río Ortega- discípulo de Ramón y Cajal -, los oligodendrocitos o las células de Schwann, que son esenciales para el buen funcionamiento de las neuronas. Estas neuronas, pensaba, están tan especializadas en realizar ciertas funciones que, para todo lo demás, son absolutamente dependientes de otras.
Bueno, recibes un primer informe que te habla de un glioblastoma debido a la proliferación de astrocitos y piensas en algunas de las funciones que conoces de estas células de la glía y te dices algo, más o menos así: ya veremos como va esto y, pensándolo bien, salvo en cosas de memoria, tal y cual, esto y lo otro, no puedo quejarme.
De repente, tras una resonancia, recibes un nuevo informe que indica, en términos generales, que te encuentras aceptablemente bien, pero resulta que tienes algo que eres incapaz de comprender y cuya existencia desconocías totalmente: probable desmielinización vascular post radioterapia en el centro semioval izquierdo. No puedo evitar el preguntarme que demonios hace la mielina, que tanto me gustaba envolviendo a los axones, en la zona vascular, en los vasos sanguíneos. Cosas de la mielina que ignoraba totalmente, y sobre las que os recomiendo ignorancia total y absoluta. Per seacula seaculorum. Saber cosas sobre el Alzheimer y demás, no resulta interesante.
Hasta otra ocasión más divertida.

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