domingo, 2 de noviembre de 2008

G-20

Es curioso el que en ciertos medios, fundamentalmente políticos, se le conceda bastante importancia a la presencia de Zapatero en la reunión del G-20. Sin duda es buena para un cantante o un actor la actuación en una reunión de trascendencia informativa y, tal vez, para un político resulta muy oportuno su paso si prepara una campaña electoral o, como Bush, una decorativa despedida de los mandatarios de diversas naciones.

La cuestión inexplicable es plantearse qué pueden aportar España y su posible representante, el Presidente Zapatero. Sin duda, hay algo en lo que podemos ser instructivos, dirigiéndose a los presentes del siguiente modo: señores dirigentes, sean preventivos y procuren controlar las actividades de las entidades bancarias y financieras. España, gracias a las delictivas actividades desarrolladas por Ruiz Mateos y Mario Conde al frente de, respectivamente, Rumasa y del antiguo Banesto, se vio obligada al desarrollo del FGD, Fondo de Garantía de Depósitos que, a día de hoy, nos concede cierta tranquilidad y nos permite el ahorro de recursos monetarios. Vean ustedes que algunos malos comportamientos financieros pueden resultar rentables, a largo plazo, si se adoptan las medidas adecuadas. Se acabó el mensaje, y todo lo que queda se reduce al ruego internacional de que sean comprensivos con una política económica demencial.

El problema económico y financiero español comienza a presentarse, en situaciones como las actuales, al plantearse qué entidades y de qué países financiarán el enorme déficit exterior que padecemos y la descomunal deuda externa que se ha ido acumulando durante estos últimos años. Dada nuestra falta de competitividad, cada año menor, surgen nuestros problemas para explicar de dónde saldrán los fondos para pagar nuestras deudas y quiénes y cuándo tendrán que efectuar los pagos. ¿Se encargarán de estas deudas nuestros hijos, o tendrán que esperar a nuestros nietos?

La deuda externa española ha alcanzado la descomunal cantidad de 1,5 billones de euros y aumenta cada año, dado que nuestro déficit exterior supera el 10% del PIB. Jamás España se ha situado en una posición tan incómoda y de difícil solución, simultaneada con una crisis financiera internacional. Hace unos años, de esto Solbes tiene experiencia por su actuación gubernamental con Felipe González, con una situación de déficit exterior mucho más soportable, inferior al 5%, se procedía inmediatamente a la devaluación de nuestra moneda, la peseta. Desde nuestro inconsciente o incompetente ingreso en el euro, carecemos de aquellos mecanismos de reubicación que se utilizaban cada cierto tiempo: adelante la devaluación prevista. Empobrezcámonos un poco, pero recuperemos nuestra competitividad para evitar el déficit exterior. ¡Qué sencillo! De esto Solbes sabe muchísimo pero, lamentablemente, ya carece del bisturí devaluatorio y no puede ejercer la actividad en la que resultaba ser un cirujano especialista.

Complicada posición en la que tenemos situado a Solbes en el nuevo hospital económico español: paciente necesitado de rápida y precisa operación ante un cirujano desarmado, carente de bisturí. ¿Tendremos que regresar a la pesetita para facilitarle a nuestro Ministro de Economía el ejercicio de su especialidad?

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